Afirman que caminar ayuda a prevenir la demencia senil

El historiador inglés George Macaulay Trevelyan escribió en 1913 que tenía dos médicos: "mi pierna izquierda y mi pierna derecha" Ahora, un informe demuestra que la simple medicina de dar un paso después de otro es una defensa posible contra la demencia senil y el mal de Alzheimer...
Según un informe elaborado por neurólogos norteamericanos que siguieron de cerca a 300 voluntarios durante 13 años, el hábito de caminar protege al cerebro de la reducción y preserva la memoria en gente de la tercera edad. El estudio confirmó pruebas anecdóticas con test neurológicos en individuos libres de demencia de Pittsburgh, Estados Unidos, que aceptaron registrar sus caminatas. Autorizaron también que sus cerebros fueran monitoreados desde 1995. Los análisis realizados nueve años más tarde, seguidos por otra serie más realizada en 2008, mostraron que los que más caminaron habían reducido a la mitad el riesgo de sufrir problemas de memoria.
El estudio sugiere que 14,5 kilómetros por semana -o 72 cuadras de Pittsburgh para seguir los parámetros urbanos de los Estados Unidos- es la distancia óptima para un muy buen "ejercicio cerebral". Este trabajo científico, publicado en Neurology, la revista médica online de la Academia Norteamericana de Neurología, no descubrió ninguna ventaja adicional si se recorría un kilómetro más.
La primera ronda de escaneos mostró que quienes caminaban 14,5 kilómetros tenían cerebros más grandes que los que andaban menos. Después de otros cuatro años más, 116 voluntarios, o el 40% de la muestra, habían contraído algo de demencia o discapacidad cognitiva, con efectos un 50% más grave en aquellos que caminaban distancias cortas y en los que no caminaban.
"Nuestros resultados debieran alentar a la realización de pruebas bien diseñadas sobre la actividad física en adultos mayores como enfoque promisorio para evitar la demencia y el mal de Alzheimer" dijo el Dr. Kirk Erickson, de la Universidad de Pittsburgh, que dirigió este estudio. Este trabajo, que contó con el apoyo del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de los Estados Unidos, sigue a otros estudios médicos sobre los beneficios de la caminata.
Caminar puede ser un buen ejercicio si se hace correctamente, pues es de intensidad moderada y accesible a casi todas las personas, cualquiera sea su condición física inicial. Se puede hacer sin un equipo especial, solo o acompañado, todo el mundo sabe hacerlo, es seguro y no hay que trasladarse a un lugar específico para practicarlo.
Además, se puede introducir en la vida cotidiana sin alterar las costumbres ni hábitos de las personas.
Los beneficios de la caminata
Según la mayoría de los estudios, los beneficios corporales de realizar una caminata diaria de 30 minutos se traducen en beneficios cardiovasculares en cuanto a una menor frecuencia de infartos de miocardio, diabetes del adulto, accidentes cerebrovasculares e hipertensión arterial.
La actividad física moderada ha mostrado beneficios en la osteoporosis, la artritis, las caídas en los ancianos, y también efectos sobre el peso y los lípidos aunque más modestos. Además, es buena para la mente, ya que hay cierta evidencia de que el ejercicio moderado ayudaría en la depresión y en ciertos estados de ansiedad.
Para comenzar…
El período mínimo necesario para obtener efectos saludables es de diez minutos diarios. Según un estudio realizado en Buenos Aires, el 85 % de la gente entre 15 y 69 años camina por lo menos 10 minutos seguidos al menos una vez por semana. Por esto mismo y siguiendo el consejo general de “algo es mejor que nada” y “más es mejor que poco”, se puede empezar por hacer períodos de 10 minutos cada día. El ritmo debe ser más rápido que el de caminar mirando vidrieras, con paso firme y regular, y que a la vez se pueda hablar sin que se corten las palabras.
Realizar tres períodos de 10 minutos podría ser un objetivo inicial, aunque conviene saber que la mayoría de los estudios que mostraron beneficios fueron hechos con 30 minutos seguidos. No hay que olvidar hacer ejercicios de elongación en forma periódica.
Unas pocas semanas bastan para mejorar los aspectos circulatorios y reducir la resistencia a la insulina, a la vez que mejoran la tonicidad. En tanto, para bajar de peso o mejorar el perfil de los lípidos se requieren algunos meses.
La conveniencia de beber líquido durante la caminata, depende del tiempo dedicado a la misma y de las condiciones climáticas. En líneas generales hasta 30 minutos se podrían hacer sin necesidad de ingerir agua, salvo que se haga en pleno verano en las horas de mayor calor.
Un ejercicio para todas las edades
En principio no hay restricciones para ancianos ni enfermos, de hecho los cardiólogos recomiendan caminar a los pacientes coronarios o que hayan tenido bypass. La única salvedad es que en los ancianos hay que evaluar el balance, equilibro y si existen impedimentos de tipo ortopédico. Por ejemplo si hay una artrosis de cadera importante, el hecho de caminar puede provocar dolor, por lo habría que hacer otro tipo de ejercicio, como la bicicleta fija.
En cuanto a los que tienen diabetes, enfermedades cardíacas o pulmonares deberían pasar por el médico antes de iniciar un programa de caminatas.
Se debe tener precaución ante la presencia de lesiones agudas en miembros inferiores y ciertos problemas ortopédicos como artrosis de rodilla o hernia de disco lumbar, y algunas personas que tienen pie diabético. Hasta que esos problemas no se solucionen podría ser mejor cambiar a otro tipo de ejercicio.

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