¿Sufres de Agresividad Reprimida?


La agresividad es inherente al ser humano. Según el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, la pulsión agresiva no es patológica cuando se pone al servicio de la autoconservación. Sin embargo, la agresividad no siempre es usada en este sentido y en la vida cotidiana hay muchísimos ejemplos de daño causado incluso por formas no claras de la misma.

1 Humor irónico

El sentido del humor es muy importante y positivo e históricamente ha sido utilizado para manifestar hechos y realidades que planteados de otra manera resultarían poco agradables. Sin embargo, hay personas que recurren de manera permanente y recurrente al humor irónico y sarcástico para resaltar las debilidades o defectos de los demás y amparados en el que lo dicen con humor, no permiten que los otros se disgusten. Pero esta forma de humor sarcástico, no hace más que esconder una agresividad reprimida que es sacada a la luz disfrazada de chiste.

2 La impuntualidad

Cuando la impuntualidad es habitual, faltas o llegadas tarde a citas pactadas, demuestran de una forma encubierta una falta de respeto, desconsideración y desvalorización del otro. El tiempo del que espera es tan valioso como el del que hace esperar y el impuntual al llegar tarde constantemente, lo está desconsiderando absolutamente. Cuando las impuntualidades se hacen frecuentes y además se justifican, constituyen una forma de agresividad encubierta.

3 Suspiros

Los suspiros en medio del discurso expresan de manera no verbal, insatisfacción, agresividad, frustración. Una respiración fuerte, un suspiro, bufido o un silencio en la comunicación, puede denotar cólera reprimida.

4 Uso de diminutivos

El uso de este recurso en el discurso esconde mucha agresividad. Detrás del diminutivo que en apariencia expresa cariño, se oculta un contenido opuesto que la persona no puede expresar en palabras.

5 Sonreír al herir al otro

Es muy frecuente ver cómo luego de emitir un contenido agresivo la persona esboza una sonrisa que pretende atenuar lo dicho. Es una forma muy utilizada por aquellos que tienen reprimida la agresividad. Disfrazan de amable un discurso hiriente. Cuando algo cruel se dice con suavidad y sonriendo, pareciera no serlo tanto. Sin embargo, lo cierto es que el que recibe la agresión se siente igual de herido con o sin sonrisa y quizás peor con ésta; ya que la burla y subestimación resultan aún más humillantes.

La agresividad es propia del ser humano y cuando se pone al servicio de la vida es sana. El problema empieza cuando se maneja incorrectamente y se proyecta en los otros a través de máscaras que ocultan y traspasan la censura social, casuando un gran daño.

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