Cerveza: Ciencia, historia y curiosidades

Bebe cerveza y tu corazón te lo agradecerá ya que con tan sólo un vaso al día se aumenta el flujo de sangre y con ello la salud cardíaca. De acuerdo con los estudios realizados por la Universidad de Harokopio en Atenas (Grecia) también hace que las arterias se vuelvan más flexibles. Colocamos acá un resumen sobre esta especial bebida.

Tres efectos saludables de beber cerveza

1.- Corazón más sano. Un vaso de cerveza al día podría aumentar la salud cardíaca, ya que mejora el estado de los vasos sanguíneos y el flujo de sangre, además de hacer a las arterias más flexibles, de acuerdo con una investigación reciente de la Universidad Harokopio en Atenas (Grecia). Además, Lina Badimón y sus colegas del Centro de Investigación Cardiovascular (CSIC-ICCC) demostraron hace poco que el consumo moderado de alcohol (de 10 a 30 gramos al día) se asocia a un menor riesgo de infarto de miocardio y muerte en estudios en poblaciones con grave riesgo cardiovascular. Y mejora la formación de tejido reparativo después de sufrir un infarto. El efecto se debe, sobre todo, a que el lúpulo de la cerveza contiene un antioxidante llamado xanthohumol con efectos protectores en la salud cardiovascular.

2.- Mejora el sistema inmune. Según un estudio realizado por el Instituto del Frío del CSIC, tanto en mujeres como en hombres adultos y sanos el consumo moderado de cerveza durante un mes produce un efecto beneficioso, al observarse una mejora en la respuesta del sistema inmune contra patógenos externos. Además, esta bebida causa un aumento de los leucocitos (glóbulos blancos)?y linfocitos, así como una tendencia generalizada al incremento de?los valores de las subpoblaciones de los linfocitos T, las células?inmunológicas que ayudan a destruir microorganismos invasores.

3.- Combate el alzhéimer. Consumir moderadamente cerveza podría disminuir uno de los factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer, ya que esta bebida fermentada contiene silicio, un mineral que parece interaccionar con el aluminio, un metal neurotóxico que se relaciona con la demencia y otros desórdenes neurodegenerativos. La bebida contiene aproximadamente 36 mg/l de silicio biodisponible, lo que implicaría que un consumo moderado de cerveza (dos cañas al día de 200 ml.) aportaría aproximadamente el 50% de la ingesta diaria recomendable de silicio; si bien los requerimientos diarios de este elemento no están en la actualidad totalmente establecidos.

Falsos mitos sobre las borracheras y la resaca

Tomar dos cucharadas de aceite o un yogurt antes de consumir alcohol no evita la embriaguez. Tampoco es cierto que la resaca desaparezca bebiendo zumo de tomate o desayunando cerveza. Y mucho menos corriendo para "sudar" las copas de más que hemos ingerido, ya que más del 90% del alcohol que consumimos se metaboliza a través del hígado.

Otra errónea creencia popular consiste en afirmar que cada vez que bebemos alcohol un puñado de neuronas muere. Científicos del Hospital de la Universidad de Heildeberg estudiaron los efectos de dos vasos de vino en el cerebro con un escáner y comprobaron que solo 6 minutos después de beber nuestro cerebro empieza a consumir productos de la degradación del alcohol en vez de glucosa y cambia su actividad, lo que explica que perdamos reflejos o la desinhibición. Químicamente disminuyen sustancias como la creatina, implicada en la obtención y gestión de energía, y la colina, componente de la membrana celular. Pero al día siguiente todo vuelve a la normalidad, lo que implica que los cambios son reversibles.

El mismo estudio demostró que, en contra de lo que solemos pensar, no hay diferencias en el cerebro de hombres y mujeres tras consumir la misma cantidad de alcohol: a todos se nos sube por igual a la cabeza.

El sabor de la cerveza libera dopamina en el cerebro

Analizando imágenes del cerebro, científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana (EE UU) han demostrado que el sabor de la cerveza por sí solo (sin alcohol) hace que se libere dopamina en el cerebro, un neurotransmisor relacionado con las sensaciones placenteras y la motivación que puede generar conductas adictivas.


Los autores del estudio, publicado en la revista Neuropsychopharmacology, observaron con un escáner de Tomografía por Emisión de Positrones (PET, por sus siglas en inglés) la reacción de 49 hombres cuando saboreaban 15 mililitros de cerveza, y la compararon con la respuesta de los mismos sujetos al probar bebidas isotópicas deportivas, concretamente Gatorade. Así observaron que la primera producía un aumento considerable de dopamina, y que el efecto era mayor cuando había antecedentes familiares de alcoholismo. "El sabor de la bebida por sí mismo, sin el efecto del alcohol, provoca una descarga importante en los centros de recompensa del cerebro", explica David A. Kareken, coautor del trabajo. Además, los sujetos manifestaron tener muchas ganas de tomarse "una birra" después de saborear y "recordar" su sabor, sin que lo mismo sucediera con otras bebidas.

La forma del vaso influye en la velocidad a la que bebes cerveza

La velocidad a la que consumes alcohol puede verse influenciada por la forma del vaso en que se sirve, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Bristol (Reino Unido) publicado en la revista PLoS One. Según han podido comprobar Ángela Attwood y sus colegas de la Escuela de Psicología Experimental, los vasos curvados invitan a beber cerveza el doble de rápido que si se emplean vasos rectos. Cuando los mismos vasos se rellenaban de bebidas no alcohólicas, por ejemplo refrescos, la velocidad de consumo era independiente de la forma del recipiente.


Como parte del mismo experimento, los investigadores pidieron a los participantes que valoraran si la cantidad de líquido que contenía el vaso era superior o inferior al 50% de su capacidad. El número de errores era mayor cuando la bebida se servía en los recipientes curvos.

Dado que la velocidad a la que se consume alcohol afecta al nivel de intoxicación que experimentamos, así como al número de vasos de bebida que ingerimos consecutivamente, los investigadores concluyen que sería positivo potenciar el uso de vasos rectos que inviten a consumir alcohol despacio.

¿Por qué la cerveza "sin" sabe diferente?

Para un buen número de consumidores, la cerveza sin alcohol tiene un extraño sabor, que provoca su rechazo. Utilizando un espectrómetro de masas, Philippe Perpète, de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, ha logrado identificar el compuesto químico responsable de este problema.


Se trata del 3-me-til-tiopropional-de-hído o metional, una sustancia presente tanto en las cervezas tradicionales como en las llamadas sin. En las primeras, el sabor desagradable del metional es enmascarado por otras sustancias aromáticas de la cerveza. En las sin, estas últimas se evaporan junto con el alcohol durante el proceso de producción industrial.

¿Cómo se puede averiguar el origen de una cerveza?

Gracias a un estudio de la Universidad de Sevilla del que se hace eco la agencia SINC, ya existe una técnica para reconocer el origen geográfico de las cervezas basándose en patrones químicos. La clave reside en medir el contenido en hierro, potasio, fósforo, fosfatos y polifenoles. Con estas medidas, los científicos han logrado distinguir cervezas alemanas, españolas y portuguesas con un 99,3% de eficacia.


Como explica José Marcos Jurado, coautor del trabajo, "las diferencias pueden parecer muy sutiles, pero el modelo es capaz de encontrar la relación entre estos descriptores químicos y la procedencia geográfica de las cervezas", señala Jurado. El último paso es aplicar "máquinas de vectores soporte", un conjunto de algoritmos que reconoce patrones en los datos.
Los estudios de autenticidad o identificación geográfica son "muy importantes" en la industria alimentaria, según el investigador. En la actualidad unas 20 marcas de cerveza alemanas, checas y británicas están registradas en la base de datos DOOR (Database Of Origin and Registration) de la Comisión Europea de Agricultura y Desarrollo Rural, donde se recogen productos con Indicación Geográfica Protegida. Estudios como el presentado ofrecen técnicas innovadoras para confirmar el origen geográfico de estas bebidas.

Cerveza contra la osteoporosis

La cerveza es una fuente de silicio, un mineral implicado en la formación de hueso y cartílago, por lo que su consumo moderado podría prevenir la aparición de osteoporosis, una disminución progresiva de la masa ósea que hace que los huesos se vuelvan frágiles como el cristal y propensos a sufrir fracturas. No obstante, no todas las cervezas tienen el mismo efecto. Las más beneficiosas son las que contienen lúpulo y leche de malta, según revela un nuevo estudio realizado en la Universidad de California y publicado en el último número de la revista Journal of the Science of Food and Agriculture.

Además de silicio -presenta también en el agua, los cereales y las verduras-, la cerveza aporta carbohidratos, proteínas, vitaminas y, según una investigación reciente de la Universidad de Extremadura publicada en la revista Nutrition, es rica en fitoestrógenos. Estos compuestos químicos son similares a los estrógenos humanos, hormonas femeninas cuyos niveles descienden al llegar la menopausia en la mujer, lo que aumenta el riesgo de sufrir osteoporosis.

Según los expertos, el consumo moderado de esta bebida (una lata para las mujeres no embarazadas y dos para los hombres como máximo al día) tiene cabida en una dieta sana, ya que se ha demostrado que también reduce los eventos cardiovasculares y la posibilidad de sufrir infecciones, al potenciar el sistema inmune, como se ha comprobado en ratones.

La cerveza negra tiene más hierro que la rubia

Las cervezas negras contienen una cantidad media de hierro libre de 121 ppb (partes por billion) frente a los 92 ppb de las rubias y los 63 ppb de las sin alcohol, según un análisis sobre 40 tipos de cerveza de los cinco continentes realizado por investigadores de la Universidad de Valladolid (UVA).
"Aunque se trata de cantidades muy pequeñas, las variaciones son claras, y podrían ser resultado de los procesos de producción o de la materia prima que se utiliza durante la fabricación", explica en declaraciones a Agencia SINC Carlos Blanco, profesor del Área de Tecnología de los Alimentos en la UVA y coautor del trabajo.

El estudio, que publica la revista Journal of the Science of Food and Agriculture, señala que los extractos de malta y lúpulo que se emplean de forma específica en la fabricación de la cerveza negra podrían explicar sus niveles más altos en hierro. Sin embargo, en la producción de la cerveza rubia se realiza un filtrado con "tierra de diatomeas" (roca sedimentaria con microalgas utilizada para aclarar la bebida), un material poroso que atrapa al metal y reduce sus concentraciones. En el caso de las cervezas sin alcohol se aplican procesos de evaporación al vacío para quitar el alcohol. Esta operación también favorece la eliminación de los iones de hierro por el arrastre que ejercen las moléculas volátiles.

Para realizar el trabajo se han analizado 17 marcas de cerveza fabricadas en España y 23 de otros países. En concreto 28 rubias, seis negras y otras tantas sin alcohol. Las que contenían mayor cantidad de hierro han sido una cerveza negra española (165 ppb) y otra mexicana (130 ppb), y las que menos, dos sin alcohol procedentes de Holanda e Irlanda (41 y 47 ppb respectivamente).

La determinación del hierro y otros metales en la cerveza es relevante no solo por ser elementos esenciales para el cuerpo humano, también por su implicación en la elaboración de la bebida. Las concentraciones de metales pueden determinar sus características organolépticas, estabilidad y calidad.

Consumir alcohol, sobre todo cerveza, provoca obesidad abdominal

Un estudio ha confirmado por primera vez que los hombres y las mujeres que beben alcohol de forma continuada sufren en mayor medida obesidad abdominal, relacionada con el aumento de la mortalidad en adultos. El efecto del alcohol en la grasa acumulada es mayor en el caso de la cerveza que en el del vino, aunque ambos tienen un marcado efecto sobre esta adiposidad.

El estudio prospectivo europeo sobre cáncer y nutrición (EPIC) revelan que el consumo de alcohol de forma continuada a lo largo de la vida en hombres y mujeres produce obesidad abdominal con aumento del perímetro de la cintura. Además, en los hombres provoca obesidad general con aumento del Índice de Masa Corporal (IMC), según se hace eco la agencia SINC.


El trabajo, realizado en el transcurso de nueve años y publicado en el European Journal of Clinical Nutrition, contempla una muestra de 258.177 individuos de edades comprendidas entre 25 y 70 años procedentes de diez países europeos (Francia, Italia, Grecia, Holanda, Alemania, Suecia, Noruega, Reino Unido y España). Y es el único estudio realizado hasta la fecha que analiza el consumo de alcohol en una amplia muestra de personas adultas de diferentes regiones europeas y examina el papel de la exposición durante mucho tiempo al alcohol en la obesidad abdominal y general. La mayoría de estudios se basan en el consumo reciente de alcohol durante un periodo corto de tiempo.

¿Cerveza o vino?

Los investigadores analizaron también el efecto específico de determinados tipos de bebidas alcohólicas, entre ellas la cerveza y el vino. Si bien el efecto del alcohol sobre la obesidad abdominal se explica en gran medida por el consumo de alcohol a lo largo de la vida, el consumo de cerveza tiene más influencia que el de vino, aunque ambos tienen un marcado efecto sobre la aparición y acumulación de esta grasa.


Por su parte, los hombres que consumen más cerveza presentan un exceso de riesgo del 75% de obesidad abdominal, mientras que los elevados consumidores de vino exceden del riesgo un 25%. En las categorías altas de consumo de cerveza y vino, el exceso de riesgo para la cerveza es casi el doble que para el vino en las mujeres. Así, los hombres que consumen tres o más vasos diarios de cerveza incrementan un 50% su riesgo de padecer obesidad abdominal mientras que los que consumen uno o dos lo incrementan un 15%. Sin embargo, las mujeres que beben uno o dos vasos diarios a lo largo de la vida tienen un riesgo ligeramente mayor de desarrollar obesidad abdominal que las que no llegan a consumir medio vaso. Las que consumen tres o más vasos diarios duplican su riesgo.

Con respecto al vino, las mujeres que toman tres o más vasos tienen un riesgo incrementado en un 60% de tener sobrepeso abdominal que las que no llegan a beber medio vaso. En varones, el aumento de riesgo en las categorías de alto consumo de vino es el 28%.

¿Por qué refresca la cerveza?

Uno de los mayores placeres veraniegos es aplacar el calor con una buena cervecita, la bebida alcohólica que más calma la sed. Esto se debe a que su principal componente es el agua, que representa el 93% del peso total del producto. Sin duda, también fomenta la sensación de frescor la temperatura a la que debería servirse: entre 6 y 8 ºC.


La rubia posee además un efecto revitalizante por la presencia de malta y cebada, que aportan cerca de 1,4 g de proteínas y hasta 3 g de vitamina B por tercio. Un reciente estudio, realizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Facultad de Medicina de Granada, afirma que tras realizar ejercicio físico un consumo moderado de cerveza ayuda a rehidratarse correctamente, permite al organismo recuperarse más rápidamente y evita dolores musculares derivados de la actividad deportiva.


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