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Toxina Botulínica (Parte 2/4)

El Clostridium es una bacteria que causa enfermedades mediante la producción de toxinas. En el caso del Clostridium botulinum, la toxina es una neurotoxina que ataca a los nervios periféricos, impidiendo el funcionamiento normal de los mismos.

La neurotoxina botulínica producida por el Clostridium botulinum es uno de los venenos más potentes que conocimos. Simplemente como comparación, para que el cianuro sea letal en ratones, es necesaria una dosis de 10000 microgramos por kilogramo. Ya la toxina botulínica es capaz de matar con solamente 0,0003 microgramos por kilogramo.

Se conocen ocho tipos de toxinas botulínicas: A, B, C1, C2, D, E, F y G, de los cuales el tipo A, B y E son los más tóxicos a los seres humanos. Las formas F y G también pueden causar la enfermedad, pero es raro.

La toxina botulínica no tiene olor ni sabor, no siendo posible saber de antemano si el alimento ingerido está contaminado o no. Las toxinas, si ingeridas, causan enfermedad porque resisten al ácido del estómago y las enzimas naturales del proceso digestivo. Sin embargo, a diferencia de la bacteria, que puede resistir a las altas temperaturas en forma de esporas, la toxina suele ser inactiva cuando se expone a temperaturas superiores a 80°C durante al menos 10 minutos.

La toxina absorbida en el tracto gastrointestinal alcanza el torrente sanguíneo y viaja a los nervios, donde actúa bloqueando la acción de los neurotransmisores responsables de los movimientos musculares, resultando en parálisis flácida de los músculos.

La toxina botulínica pasó a ser utilizada en la Medicina en pacientes cuya parálisis controlada de algunos músculos era beneficiosa. Sin embargo, para ser administrada con seguridad, fue necesario primero aislar y purificar la toxina para que esta pudiese sintetizarse. Luego vino la Botox®, la forma farmacéutica de la toxina botulínica A.

TRANSMISIÓN DEL BOTULISMO

Básicamente hay tres formas de adquirirse botulismo: botulismo alimentario, botulismo por heridas, botulismo intestinal (también llamado botulismo infantil).

Botulismo por heridas

Esta forma de transmisión se produce a través de la contaminación de heridas con Clostridium botulinum proveniente del ambiente, generalmente en el suelo. Las principales puertas de entrada son úlceras de los miembros, lesiones traumáticas o incluso heridas quirúrgicas. El botulismo también puede ser transmitido mediante el uso de drogas inyectables, como la heroína o medicamentos inhalables, como la cocaína.

Botulismo alimentario

Se produce cuando el paciente come alimentos contaminados con la toxina botulínica. Esta contaminación se produce generalmente con alimentos almacenados incorrectamente. Los más implicados son: conservas de verduras artesanales, como palmito y encurtidos; productos cárnicos cocidos, curados y ahumados de forma artesanal, como chorizo, jamón y carnes en conservas; pescados, ahumados, salados y fermentados; quesos y miel artesanales. El botulismo también puede ocurrir en alimentos enlatados industrializados.

Botulismo intestinal (botulismo infantil)

Generalmente ocurre en niños de edad entre 1 semana y 1 año (mayoría de los casos entre 3 y 26 semanas) y resulta de la ingestión de esporas de Clostridium botulinum presentes en alimentos o en el suelo.

Esta forma es común en la miel, que es un alimento que está a menudo contaminado con el Clostridium botulinum. Sin embargo, la gran cantidad de azúcar de la miel impide la transformación de esporas a forma vegetativa, no habiendo, por lo tanto, producción de toxinas. Después de la ingestión, al llegar a los intestinos, las esporas encuentran un medio más propicio para mantenerse activas, pasando a multiplicarse y producir toxinas.

Los niños pequeños no tienen una flora de bacterias en el intestino capaz de protegerlos contra la invasión del Clostridium botulinum, permitiendo que el mismo se establezca fácilmente y pase a producir toxinas directamente en el intestino.

Esta forma no afecta generalmente a los adultos sanos porque las esporas son incapaces de fijarse a los intestinos. Sin embargo, los adultos con enfermedades de los intestinos también pueden adquirir este tipo de botulismo. Los factores de riesgo tienden a ser: cirugías intestinales, enfermedad de Crohn o el uso de antibióticos durante largos periodos, lo que provoca la eliminación de la flora intestinal natural.


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