Casilda Rodrigáñez es una escritora española, conocida por sus puntos de vista polémicos sobre el parto y la maternidad con una visión antipatriarcal y fundamentada en concebir el parto, el nacimiento y la crianza como un proceso natural capaz de crear un vínculo más cercano y fuerte de la madre con los hijos.
En su libro "La represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente", en el cual muestra como nuestra cultura patriarcal se encarga de separar el flujo amoroso e instintivo entre mamá y bebé, “lo cual es el cimiento de una sociedad desconectada de lo esencial, robotizada, sumisa que reprime su deseo materno a través de la separación de sus bebés mediante mentiras y creencias erróneas que lo sustentan”.
Por eso describe lo que según su concepto son las 7 mentiras que ha arraigado la sociedad en torno al parto, nacimiento y crianza:
1. Que la mujer necesita asistencia médica para parir y por eso es necesario hacerlo en un hospital
Desde el momento en que se entera que está embarazada, la mujer se pone en manos de los médicos. Esto forma ya parte de una norma cultural incuestionable en Occidente, y desde luego el parto ha de tener lugar en un centro hospitalario: el miedo y la ignorancia han tomado cuerpo dentro del cuerpo de la mujer que desconoce sus funciones sexuales.
La mujer ha perdido la cercanía que en otras generaciones había entorno al parto cuando las mujeres de la familia atendían sus partos, y prefieren ahora la anestesia y la cesárea. La destrucción de las relaciones humanas basadas en el apoyo mutuo lleva a la paradoja de parir y nacer entre desconocidos.
2. Que el calostro es malo y hay que esperar unas horas para poner al bebé a amamantar
La gran mayoría de las civilizaciones que la historia y la antropología han podido estudiar han introducido artificios para hacer imposible o limitar el consumo del calostro. (…) En la mayoría de las culturas africanas el calostro era asimilado al pus o a un veneno; en el conjunto del continente asiático ha habido un consenso para considerar nocivo el calostro.
En la moderna Corea el comienzo de la lactancia materna comienza al cuarto día, después de tres días de biberones. Ni los médicos ni las madres ponen en entredicho esta práctica que va a la par con la separación de las madres y los bebés durante su estancia en el hospital.
El cuento de que el calostro es malo para los bebés ha sido ya derribado por la misma ciencia médica que ha tenido que reconocer que el calostro contiene toda una serie de sustancias importantísimas para la vida humana durante sus primeras 48 horas fuera del útero materno.
3. Que la madre tiene que descansar después del parto, y por eso no puede estar con la criatura
Ya no se dice que el parto deja a la mujer en estado de ‘impureza’, sino cansada y enferma. La necesidad del descanso se propicia argumentando que la madre no está en condiciones físicas para dar a la criatura todo lo que necesita.
Y como cada vez el parto es más una intervención quirúrgica y el posparto, por lo tanto, un posoperatorio del que la madre tiene que recuperarse, tenemos servida una nueva razón para mantener a la madre ‘descansando’ y ‘recuperándose’, alejada del bebé, ¡como si el estar juntos madre y bebé fuese incompatible con el descanso!
La madre puede amamantar al bebé en la cama, sin que ello le produzca absolutamente ningún cansancio. Lo que cansa son la visitas, la luz intensa, el “festejo” por el nacimiento, eso es lo que consume las energías y distrae a la mujer de sus propias sensaciones íntimas.
4. El uso del chupete es una cosa normal
Es un espectáculo grotesco, y a la vez cruel y trágico, que todas las criaturas humanas se críen chupando un pezón artificial, un trozo de plástico hinchado y sujeto a una arandela de color.
5. Es normal que los niños lloren
Desde que Leboyer y el equipo de parto sin violencia de Pithiviers (Francia), demostraron que un bebé al nacer no solo no tiene por qué llorar sino que puede sonreír, nadie puede sostener el tópico de que es normal que los niños lloren, ni permanecer impasible ante el llanto de una criatura.
Las madres en lugar de seguir el impulso del deseo, nos constituimos en autoridad que decide lo que el bebé va a recibir y lo que va a llorar. El llanto de la criatura recién nacida es un llanto que habla, que comunica un dolor y una desesperación angustiosa y al mismo tiempo, de rabia y de sorpresa. Dejar llorar a un recién nacido es uno de los comportamientos más viles y prepotentes de los adultos y muestra el fortísimo endurecimiento emocional, la enorme insensibilidad humana que tenemos para ignorar el sufrimiento de la criatura.
6. Que los bebés no se enteran ni se dan cuenta de nada, porque no son inteligentes, no saben hablar
Las emociones y los sentimientos ya nos hacen ser lo que somos antes de empezar a hablar y a razonar, hay una razón o un sentido que no pasa por el lenguaje, que es la razón del deseo.
Con ello queremos decir que los bebés sí se dan cuenta de lo que se les hace, de la relación humana que se establece con ellos.
7. Que si no se separa a las criaturas de sus madres, estas se enmadran demasiado y se vuelven enclenques, raquíticas o psicóticamente dependientes
Siempre que esté saciado el deseo de contacto con su madre, la criatura puede volcar sus deseos hacia otros seres. Pero todo lo que sea sustituir a la madre impregnada del deseo materno, bien sea con nodrizas o con chupetes o con lo que sea, será para la criatura una frustración. En este sentido, la madre es imprescindible.
Más información:
http://eltallerdelaeam.com/las-7-grandes-mentiras-en-torno-al-parto-nacimiento-y-crianza-por-casilda-rodriganez/www.ginecologianatural.com
Visto en equilibriummedicinanatural; Dra Gimla Garrido.
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