La mitad del magnesio de nuestro
organismo se encuentra en los huesos, y la otra mitad está implicada
en procesos celulares, realmente importantes.
Toma parte en el mantenimiento
de la glucosa y otras partículas nutrientes, para que posteriormente
se pueda aprovechar la energía de éstas.
El 60% de las necesidades
diarias se depositan en los huesos, el 28% en los músculos y el
resto en los tejidos blandos -principalmente, corazón, cerebro,
hígado y riñones-, y el 2% restante en los líquidos corporales.
Entre las principales funciones
y propiedades del magnesio hay que destacar la activación de
vitaminas, enzimas, la formación de estructuras óseas y dentales,
proteínas y anticuerpos, el mantenimiento de la viscosidad del
líquido sinovial y la ayuda en el metabolismo de síntesis de los
lípidos. Además, tiene una misión antiestrés, antitrombótica,
antiinflamatoria y cardioprotectora.
Es tal su importancia que se le
considera absolutamente imprescindible para un correcto
funcionamiento del organismo y, de forma muy especial, del corazón,
las arterias, el aparato músculo esquelético y los sistemas
nervioso, endocrino y digestivo.
La ingesta diaria de magnesio
debe estar entre los 300 y 350 mg./día para los hombres, 280 mg/día
para las mujeres y entre 320 a 350 mg/día para las embarazadas.
¡Simplemente, imprescindible!
El magnesio es el octavo
elemento más abundante en la Tierra, el segundo -tras el sodio- en
el mar y el quinto más abundante del organismo humano.
Es, además, un componente
esencial del tejido animal y vegetal ya que está presente en todas
las células; lo que explica su presencia en nuestra alimentación.
El magnesio capta la energía
solar y la potencia, formando compuestos químicos que los organismos
son después capaces de sintetizar. Al mismo tiempo, permite liberar
el oxígeno necesario para las funciones respiratorias.
¿Que sucede con su carencia?
Este mineral es esencial para
el buen rendimiento de los niños en la escuela, de los estudiantes
en general y de las demás personas en el ámbito laboral y
cotidiano.
Al parecer la carencia de
magnesio afecta principalmente a las personas que sólo consumen
alimentos procesados, es decir, a quienes no ingieren habitualmente
frutas, hortalizas u otros alimentos crudos o que, en general,
mantienen una alimentación pobre. También es frecuente en
alcohólicos y en personas con cirrosis hepática, diarreas
prolongadas, mala absorción intestinal y enfermedades renales o bien
están a tratamiento diurético o han sufrido una intervención
quirúrgica.
Asimismo, las embarazadas y las
personas que realizan grandes esfuerzos físicos, ya sea por razones
deportivas o laborales, también se encuentran expuestas a sufrir
carencias de este mineral.
Su ausencia se refleja por la
aparición de variados síntomas: hipertensión, alteraciones
gastrointestinales, trastornos menstruales, debilidad muscular
(acompañada de calambres, espasmos, tirones, temblores,
entorpecimiento y hormigueo), fatiga, somnolencia, convulsiones,
depresión, astenia, pérdida de apetito, náuseas, deterioro de la
capacidad intelectual (confusión, desorientación, alteraciones de
la conducta, etc.), estreñimiento y mayor probabilidad de formar
perniciosos depósitos de calcio en riñones, vasos sanguíneos y
corazón. También aumenta el riesgo de padecer accidentes
cardiovasculares.
Las necesidades medias diarias
de magnesio son de aproximadamente 0.0067 gramos por kilogramo de
peso corporal. Esta cantidad debe ser el aporte mínimo, y a
condición de estar en consonancia con los otros elementos de la
llamada tétrada catiónica (potasio, sodio y calcio). Además, debe
administrarse en la alimentación; de otro modo no surtiría ningún
beneficio ya que no sería absorbido y se arrastraría junto con las
heces.
El Magnesio en los alimentos
Hay alimentos que, de por sí,
son muy ricos en magnesio. Las fuentes más conocidas de magnesio son
el cacao, las semillas y frutas secas, el germen de trigo, la
levadura de cerveza, los cereales integrales, las legumbres y las
verduras de hoja. También se encuentra, pero en menor cantidad, en
las frutas.
La sal marina sin refinar
también aporta una importante cantidad de este elemento.
Los frutos secos son un recurso
muy bueno para encontrar un aporte de este elemento. Por cada 500
gramos de almendras secas sin cáscara nuestro organismo recibe 1.225
miligramos de magnesio, casi el doble que si se consumen con cáscara.
Las avellanas tienen unos 835 miligramos sin cáscara y cerca de 384
antes de ser peladas. Descascarillados, el aporte de los pistachos,
las nueces y los cacahuetes también se sitúa en los 800 miligramos.
Esta cantidad también baja si se comen con piel; 358 de los
pistachos, 190 de las nueces y 682 de los cacahuetes.
Entre las frutas, destaca el
aporte de los albaricoques (llegan a los 281 miligramos de magnesio
por cada 500 gramos de fruta). También superan los 200 miligramos
los dátiles al natural. En el lado opuesto están, por ejemplo, los
higos, que apenas llegan a los 90 miligramos.
Las verduras son la otra fuente
primordial para cubrir las carencias. Las espinacas crudas aportan
casi 400 miligramos, un poco más que la remolacha y los cardos. El
siempre dispuesto perejil también contiene una buena dosis, pero su
presencia como condimento hace que por sí sólo sea incapaz de
cubrir todas las necesidades.
El agua mineral es también, en
algunas ocasiones, un elemento portador de magnesio. La mayor o menor
proporción dependerá de si el agua proviene de terrenos más o
menos ricos en este ion.
La composición del agua debe
aparecer en las etiquetas del producto, de modo que es fácil saber
qué marca concreta de agua nos conviene más comprar. Además, el
análisis químico en miligramos por litro tiene que explicar qué
cantidad de bicarbonatos, sulfatos, cloruros, calcio y sodio posee el
agua embotellada. La cantidad de magnesio suele oscilar entre uno y
cuatro miligramos por litro.
Estas aguas con alto grado de
cloruro de magnesio tienen una acción específica contra algunas
dolencias debidas a contracciones musculares, y son de gran ayuda
contra el estreñimiento.
La población de los países
desarrollados está acostumbrada a consumir harinas blancas en todos
los productos de panadería y pastelería, así como en las
variedades de pasta de tipo italiano.
La refinación de alimentos
produce una perdida entre el 85 - 99 % de magnesio y la cocción
produce un 50 % de pérdida.
La aplicación de calor a las
comidas elimina una cantidad considerable de cloruro de magnesio. Es
preferible, por tanto, comer los alimentos crudos (donde abunda es en
los vegetales, frutas y verduras). Todos los procesos tampoco
destruyen igualmente las reservas del mineral; el tostado no es tan
perjudicial como la ebullición.
Antes los alimentos eran más
ricos en Magnesio ya que los agricultores utilizaban estiércol
animal. Ahora con los abonos químicos los alimentos lo contienen en
menor cantidad.
La necesidad diaria de este
mineral, se cubre consumiendo alguna de las siguientes comidas:
- Una taza de chocolate con leche, y tres rebanadas de pan integral.
- Una taza de legumbres cocidas
- Una banana de tamaño grande.
Alimentos ricos en Magnesio:
Alimentos
|
mg
por 100gr
|
Pepitas
de girasol
|
387
|
Almendras
sin cáscara
|
258
|
Avellana
sin cáscara
|
258
|
Germen
de trigo
|
250
|
Soja
en grano
|
240
|
Cacahuete
sin cáscara
|
174
|
Garbanzos.
Judías blancas, pintas
|
160
|
Pistacho
|
158
|
Trigo,
grano entero
|
147
|
Cacao
en polvo azucarado. Harina integral.
Nueces sin cáscara
|
140
|
Piñones
sin cáscara
|
132
|
Turrones
y mazapanes
|
129
|
Guisantes
secos
|
123
|
Chocolate
amargo con azúcar
|
107
|
Arroz
integral
|
106
|
Chocolate
|
100
|
Percebes
|
94
|
Pan integral
|
91
|
Fuente:
alimentacion-sana-org
PD:
No cabe duda de que el Universo hizo las cosas bien hechas, y nos dejo todos
los beneficios para una buena salud en la misma naturaleza. ¡Gracias
Madre Tierra por tu hermosa herencia!
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