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¿En riesgo 400.000 niñas por vacuna del papiloma?

En España, en septiembre de 2008, cuando comenzó una campaña masiva de vacunación de niñas contra el virus del papiloma humano, como la que acaba de lanzar el gobierno colombiano para aplicársela a 400.000 menores y adolescentes, la Asociación Mundial para la Investigación del Cáncer hizo llegar a los medios el siguiente comunicado:
“La World Association for Cancer Research (WACR), ante el comienzo en España de la inoculación masiva en niñas de la llamada Vacuna del Virus del Papiloma Humano, reitera públicamente que tal acción no se justifica ni médica ni científicamente porque ni se ha probado que la vacuna sea eficaz, ni es cierto que impida a las vacunadas contraer en el futuro cáncer cervico-uterino, ni hay estudios que avalen su seguridad. Antes bien, hay datos suficientemente alarmantes como para aplazar esa decisión cuya urgencia no se justifica en absoluto”.

Y en efecto, meses después se fundó en España la Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma (AAVP), creada por una veintena de familias españolas cuyas hijas fueron las primeras víctimas de los efectos secundarios de este medicamente. Y según el boletín difundido hoy jueves 4 de octubre por el portal http://www.dsalud.com/, dicha asociación acaba de informar que en septiembre pasado murió una niña de 13 años, tras recibir la segunda dosis.

Pero el caso de Andrea no es único en el mundo. El Vaccine Adverse Event Reporting System (VAERS), la autoridad pública en farmacovigilancia de vacunas de Estados Unidos tiene notificadas 119 muertes (ahora habrá que añadir una más) y 26.564 casos de reacciones adversas de personas que recibieron la vacuna del papiloma. Hace poco, incluso, se publicó que la dosis de la vacuna que se le aplicó a una joven muerta en Nueva Zelanda contenía ADN del virus del papiloma. Ambos hechos están referenciados en los medios, como el portal http://teatrevesadespertar.wordpress.com/2012/09/14/andrea-muere-unos-dias-despues-de-vacunarse-contra-el-papiloma/.

A su vez, la revista Discovery Salud de España desde hace rato viene denunciando irregularidades relacionadas con la aplicación masiva de esta vacuna en ese país, situación a la cual también dedicaron un editorial que titularon ‘Más de un centenar de niñas españolas, víctimas de Gardasil’.

“En el (el editorial) se denunció “que la que Vacuna contra el cáncer de cuello de útero, que se comercializa en Europa como Gardasil por Sanofi-Pasteur-MSD y como Cervarix por GlaxoSmithKline, había provocado en más de un centenar de niñas efectos adversos de suficiente consideración como para que los médicos que las atendieron informaran de ello a las autoridades sanitarias. Treinta y cinco de ellas con reacciones consideradas graves de las que cinco necesitaron hospitalización urgente. Dos de las cuales tuvieron que permanecer más de diez días en la Unidad de Cuidados Intensivos de un hospital valenciano y los padres temieron seriamente por sus vidas. Posteriormente hicimos numerosas denuncias a nivel institucional que fueron ignoradas vergonzosamente porque hoy se sabe que tras vacunarse con ella han muerto en el mundo centenares de niñas habiendo sufrido decenas de miles más graves efectos secundarios”, informa la publicación en su boletín más reciente.

Lo cierto es que el Gobierno colombiano acaba de iniciar un programa para aplicar esta misma vacuna, sobre al cual existen muchas dudas sobre su efectividad y sobre sus efectos secundarios, a 480.000 niñas y adolescentes entre los 9 y 17 años, para lo cual invertirá 26 millones de dólares, que salen del bolsillo de todos los colombianos y que pasarán a engrosar las cuentas de las grandes multinacionales de los medicamentos.

¿No se precipitó acaso el Gobierno en adelantar esta vacunación masiva como si el país padeciera de una epidemia?

¿Siguen estas industrias haciendo negocios con medicamentos que aún no están debidamente probados como ocurrió recientemente con el denominado virus de la gripe aviar, por lo cual vendieron miles de millones de vacunas a países como Colombia y Argentina porque supuestamente padecíamos de una epidemia como las que vemos en las películas?

Por eso vale la pena recordar el editorial del periódico EL TIEMPO, del pasado 21 de agosto, titulado ‘Practicas éticas al desnundo’ (http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-12144752). Allí se cuestionó el hecho de que las grandes farmacéuticas del mundo hayan tenido que reconocer, en los últimos meses, ser autoras de prácticas ilegales y antiéticas por cuenta de las cuales enfrentaban procesos que terminaron en acuerdos extrajudiciales y multas millonarias para evitar mayores complicaciones…. Y que vale la pena volver a leer hoy cuando el Gobierno vacunará miles de niñas en todo el país con una vacuna sobre la cual existen muchas dudas y cuestionamientos: (También recomiendo leer el libro ‘La verdad acerca de la industria farmacéutica, cómo nos engaña y qué hacer al respecto’. De Marcia Angell, M.D. - Editorial Norma).

Prácticas antiéticas, al desnudo

Las grandes farmacéuticas del mundo han tenido que reconocer, en los últimos meses, ser autoras de prácticas ilegales y antiéticas por cuenta de las cuales enfrentaban procesos que terminaron en acuerdos extrajudiciales y multas millonarias para evitar mayores complicaciones.

Hace apenas unas semanas, Glaxo Smith Kline tuvo que pagar 3.000 millones de dólares por estimular durante años la prescripción en niños de un antidepresivo que solo estaba aprobado para adultos, también por recomendar un fármaco para enfermedades sobre las que no tenía efectos demostrados y por ocultar los riesgos de otro de sus medicamentos para la diabetes.

En mayo, Abott tuvo que pagar, en una conciliación similar, una multa cercana a los 1.500 millones de dólares por recomendar que un medicamento para la epilepsia fuera utilizado para el manejo de enfermedades en las cuales su eficacia no había sido probada. Con un agravante: al parecer el laboratorio habría estimulado con dádivas y sobornos a médicos para que lo formularan.

Y aunque Pfizer, otro grande, había acordado pagar hace tres años una multa cercana a los 2.000 millones de dólares por la promoción fraudulenta de 13 de sus medicamentos, el 8 de agosto se supo que esta farmacéutica concilió con el Departamento de Justicia de EE. UU. otra cercana a los 60 millones de dólares por sobornar a médicos, reguladores y funcionarios en el extranjero, particularmente de China y Europa. Por esta misma razón, Johnson & Johnson ya había pagado una multa de 70 millones de dólares.

Aunque de este modo las compañías se ponen 'al día' en materia judicial, son escalofriantes las implicaciones que en términos de salud entrañan estas acciones, pues los protagonistas de estos escándalos son medicamentos que consumen, en forma masiva, seres humanos de carne y hueso. Ningún fármaco, por benéfico que parezca, está exento de efectos colaterales que incluso pueden afectar a quienes lo necesitan.

Prácticas como recetar medicamentos a gente que no los requiere, prolongar los tratamientos más allá de lo debido, incrementar las dosis injustificadamente, recomendarlos para dolencias frente a las cuales no son eficaces o, peor aún, inventarse enfermedades donde no las hay, hacen parte de una perversa estrategia que busca vender más, a expensas de la salud de las personas.

Por supuesto, tampoco ayuda el hecho de que muchos investigadores olvidan mencionar en los artículos donde dan a conocer sus resultados, quién los financia. Es antiético que los trabajos que anuncian efectos benéficos de un fármaco no referencien, con claridad, quiénes los pagaron, mucho más si entre quienes aportaron recursos está la empresa fabricante.

Se sabe que algunas casas farmacéuticas han creado revistas o publicaciones de corte científico que solo divulgan artículos que resultan ser propaganda para sus productos. Algunos ya han sido señalados con nombre propio y castigados. Esto no solo exige una celosa vigilancia por parte de autoridades sanitarias de todo el mundo, también demanda una necesaria autorregulación de los médicos, que son los llamados a llevar a la práctica los rigurosos códigos de ética que definan los límites que su profesión debe tener con los laboratorios.

En medio de todo está la salud de la humanidad. La industria, por su parte, debe entender de una vez por todas que su naturaleza exige un respeto absoluto por la salud y la vida, en lugar de poner por encima de ellas sus rendimientos financieros. Se trata de una práctica criminal que no se resuelve pagando multas con dineros que han salido de sus propios fraudes. Y eso es doblemente grave.

editorial@eltiempo.com.co
Publicacióneltiempo.com
Sección Editorial - opinión
Fecha de publicación 21 de agosto de 2012
Autor Editorial

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