Durante mucho tiempo, la naturaleza ha sido la única proveedora de medicamentos. Ahora bien, desde el advenimiento de la física y de la química, el hombre inventa cada día nuevas moléculas. De tal manera que hoy en día, el reino vegetal se ve reducido a desempeñar el papel de una "mina de ideas bioquímicas" al servicio de un enfoque farmacológico de la salud.
Heredera de la concepción griega de la salud, la medicina occidental está basada en una estrategia claramente definida: la vida tiene como única origen una construcción material sujeta a desórdenes de tipo orgánico o funcional, que se pueden corregir con la ayuda de principios activos químicos (pharmakos).
Por eso la fitoterapia evaluada exclusivamente bajo el ángulo fitoquímico aparece de muchas maneras como el ancestro de las terapias modernas. Cada planta está descortezada con el fin de identificar el agento terapéutico, el cual va a ser farmacomodulado para potencializar su acción así como para patentarlo.
Al contrario de los fitoquímicos lanzados en una carrera contra el reloj para analizar los últimos conocimientos ancestrales, el enfoque etnomédico de las fitoterapias tradicionales permite devolver su aura al arte de curar con plantas. Ahora ya no se trata de estudiar las particularidades de tal planta de manera reduccionista, sino de evaluar de la manera lo más global posible la concepción de la salud en diferentes tradiciones dichas primitivas. Las plantas desempeñan un papel fundamental y se insertan en una cosmovisión que también merece ser estudiada. Esto es lo que vamos a intentar descubrir con el caso de la Amazonia y en los indígenas.
1. La relación del hombre con la naturaleza
Aunque son muy diferentes las unas de las otras, todas las tradiciones primordiales del planeta se articulan alrededor de un concepto común e incontornable: la connivencia de los hombres con la naturaleza. Este rasgo cultural que parece evidente a primera vista tiene una importancia crucial porque acondiciona una cierta visión del mundo. Así, mientras la cultura occidental tiende a definir la naturaleza como el conjunto de lo que vive en la tierra pero excluyendo el hombre de ella, los indígenas tienen la impresión de ser parte de un todo inseparable (el Gran Todo). En una palabra, si un indígena Achuar pudiera entender el sentido de nuestro cuestionamiento, respondería "la naturaleza soy yo".
Esta concepción del mundo es una mezcla de narcisismo y globalismo, que se resume con la siguiente propuesta: la naturaleza contiene el hombre y el en hombre, se encuentra el universo.
Para entender mejor la influencia que pueda tener esta manera de entender las cosas, hay que recordar que para estos pueblos, el mundo está determinado culturalmente por una serie de mitos creacionistas. Al revés del occidente moderno, no puede existir fuera de la humanidad. Y aun cuando está presentado como existente antes del nacimiento del primer hombre, se entiende que éste ya era presente bajo una forma diferente. Según los indígenas, "estar con" es el principio que guía toda forma de vida. En un mundo creado a escala humana, la noción de sobrevivencia (vivir contra) se esfuma para dejar sitio a la interacción y la interpenetración del entorno con nosotros mismos. Además, este modo de pensamiento está reforzado por una manera específica de ver el tiempo que pasa. Los pueblos de tradición oral, llamados sociedades no históricas, consideran pasado y futuro como siendo totalmente ilusorios. Lejos de ser amnésicos, consideran que lo esencial de la vida se juega en el instante presente. El aquí y ahora, tal es la verdadera dimensión en la cual hay que fijarse para sentir mejor el universo y las fuerzas en acción.
Este vínculo fuerte de los indígenas con el resto del mundo está expresado en la vida de todos los días: plantas y animales son sus antepasados. Para vivir, es necesario intercambiar energía con ellos; por lo tanto existe en el universo un equilibrio ancestral que se debe respetar.
2. El concepto de la enfermedad
Este preámbulo sobre la concepción indígena del mundo era indispensable dado que, como en todas partes, medicina y tradición forman un conjunto coherente. La enfermedad no está enfocada como el mero desorden de una mecánica viva, sino como una perturbación del "estar con". Se podría decir de esto que si el acto terapéutico consiste en mantener la frágil dinámica de un ser viviente, la medicina occidental se concentra en el término "viviente", mientras la medicina tradicional se concentra en el término "ser"…
Siendo un hecho biológico, nadie podría negar que la enfermedad también sea una sensación individual en parte determinada culturalmente. Las enfermedades dichas de sociedad están aquí para recordárnoslo. El miedo visceral del envejecimiento o de la muerte que caracteriza nuestra época es un ejemplo, ya que no está compartido para nada por los pueblos de la naturaleza. Lejos de descuidar su existencia, ellos viven con la muerte inminente sin que perjudique por lo tanto el placer de vivir. Con toda evidencia, tal actitud tiene influencia en la manera de vivir la enfermedad, y más allá en como surge y en lo que adviene de ella.
Esto muestra que la manera de vivir la enfermedad domina tanto para el paciente como para el curandero, recordándonos un viejo principio que tendemos a olvidar: está enfermo él que lo dice...
3. El acto terapéutico en el caso de las molestias
Las molestias están curadas por un curandero o un familiar mayor, con preparaciones de plantas medicinales frescas en maceración o en decocción. En general, el tratamiento es muy complejo : ritos bien definidos antes y durante la cosecha en el medio, composición incluyendo varias partes de plantas diferentes en un estado de maturación preciso e un momento del día determinado, proporción y posología precisas. Un hecho interesante es que la medicina tradicional utiliza el principio de las similitudes, como en la Edad Media y en homeopatía.
El estudio científico de este tipo de tratamiento genera cantidad de problemas mayores. Primero, la fuerte variabilidad de las prácticas terapéuticas desorienta al investigador de terreno. Se puede sospechar entonces que ciertos detalles no son tan determinantes como se dice. Segundo, la clasificación botánica indígena deja el botanista perplejo. En efecto, los indígenas tienen por costumbre de llamar una planta en función de la relación que tienen con ella.
En fin y sobre todo, el sentido que los curanderos dan a sus actos terapéuticos es radicalmente diferente del enfoque farmacológico de la medicina moderna. Para los indígenas, la curación se opera gracias a un intercambio de energía entre el hombre y la planta todavía viva poco tiempo antes. Anotaremos que la parte energética de la planta se llama la “madre” en varios grupos étnicos. Para algunos indígenas, el remedio administrado nunca está preparado con anticipación o conservado durante más de medio día. Más allá de este periodo pierde toda su fuerza.
La interpretación de la enfermedad hecha por el paciente o sus allegados antes o durante su curación nos conduce a una última observación: el acto terapéutico siempre se acompaña de una búsqueda activa de las causas profundas de la afección. Se trata de descubrir un mensaje escondido y recurrente de la enfermedad. Cuando perdura, se justifica por una falta grave del individuo en cuanto al equilibrio comunitario, lo que le puede conducir a considerar la existencia de un hechizo o a lanzarse en un periodo de purificación con la ayuda de ciertas plantas medicinales.
4. El acto terapéutico en el caso de los hechizos
Los hechizos son habitualmente de la competencia del chamán (llamado localmente brujo). Es un terapeuta peculiar que está considerado como capaz de alcanzar y reorientar las fuerzas invisibles de la realidad no ordinaria que corresponde al mundo escondido más allá de nuestros cinco sentidos (mundo de los espíritus). Para eso, utiliza plantas alucinógenas cuyo uso es muy frecuente en la Amazonia. Aunque vienen de tribus diferentes, todos los chamanes informan que bajo el efecto del trance consiguen ver al paciente en transparencia. Este tipo de “lectura radiográfica” les permite localizar zonas opacas precisas donde las flechas están hincadas. Entonces su trabajo consiste en aspirarlas, neutralizarlas en su boca, y luego deshacerse de ellas en la naturaleza.
Por muy espectacular que sea, una sesión chamánica no debe hacer olvidar lo que la acompaña. En primer lugar, el chamán tiene una influencia psicológica y espiritual notable sobre la comunidad en la cual pertenece. También parece descuidar los síntomas para concentrarse en una escucha atenta de los sueños del paciente y de sus allegados, que son considerados como una puerta abierta cada noche sobre la realidad no ordinaria. Finalmente, en general todo acto terapéutico está seguido de medidas de acompañamiento tales como ayunos, aconsejos socioculturales, preparaciones purgativas o complementarias. Estos detalles revelan un enfoque más global de lo que parece a primera vista.
5.1. La aculturación y sus consecuencias
El decaimiento actual de las tradiciones reduce la eficacia de las medicinas tradicionales, lo que resulta en una desaparición progresiva de las técnicas ancestrales de curación dejando sitio a prácticas sincréticas. Así, hoy en día, se ve con frecuencia la aparición de preparaciones medicinales asociadas con medicamentos, ¡o incluso que hay que tomar tres veces al día durante una semana! Este proceso está acelerado por la emergencia de nuevas enfermedades antes desconocidas por los indígenas (paperas, sarampión, gripe) que producen un desplazamiento de confianza hacia la medicina occidental. Además, la escolarización induce una desvalorización de la transmisión oral que resulta en la pérdida de la información ancestral.
5.2. El enigma de la transmisión oral del saber terapéutico
Los indígenas no son reduccionistas y aún menos objetivos, sin embargo sus conocimientos son complejos. Sin cuaderno ni clases formales, los curanderos consiguen acumular una experiencia terapéutica considerable. Con certeza el aprendizaje con un anciano permite adquirir conocimientos, pero no parece ser el componente primordial de la experiencia. En efecto las encuestas muestran que todos los curanderos recurren frecuentemente a su intuición. Dicen particularmente dejarse guiar en sus diagnósticos por sus sensaciones o comunicaciones con el mundo de los espíritus… sin otra forma de explicaciones. Otros informan que a menudo cambian una planta por otra en sus preparaciones. Muchos me confiaron que había que ingerir la planta para conocer su saber...
Frente al misterio de la transmisión oral del saber, ciertos etnólogos incluyendo Jeremy Narby propusieron la teoría siguiente: la información es directamente accesible en la realidad no ordinaria, dimensión que se puede alcanzar bajo el efecto de ciertas plantas alucinógenas que producen una modificación de la conciencia. Su tesis es cuanto más interesante tanto que se sospecha que el ADN emite secuencias vibratorias. Esto hizo que Jeremy Narby dijo que las visiones chamánicas muy frecuentes de serpientes enrolladas tenían tal vez una correlación con la información genética...
5.3. El problema de la transposición del saber tradicional hacia el mundo moderno
La apuesta biológica y genética de la Amazonia y otras zonas étnicas, reconocida para su biodiversidad excepcional, es una presión de más que los indígenas tienen que sufrir desde hace poco. Frente a los mil millones de esquemas moleculares contenidos en la selva más grande del mundo, dos estrategias de investigación se oponen: una que privilegia una investigación fitoquímica sistemática para una enfermedad dada, la otra que se orienta hacia un análisis químico del saber tradicional. Estos dos procesos inversos conducirán sin ninguna duda al descubrimiento de nuevas medicinas.
El enfoque etnomédico de la fitoterapia tradicional también revela otro modo de pensar la medicina en una trama más global, en la que las relaciones paciente-terapeuta y hombre-planta intervienen particularmente. Dejando un amplio sitio a la manera de vivir la enfermedad, esta medicina está en la escucha del paciente, favoreciendo un proceso activo para su curación. A veces parecida a la psicoterapia, esta medicina podría potencializar el efecto placebo a niveles nunca alcanzados por la medicina moderna. Finalmente y sobre todo, cuando se llega a penetrarla en profundidad, nos trae cuestionamientos fundamentales: ¿Está la vida hecha únicamente de química?
Jean-Patrick Costa, farmacéutico especializado en programas de salud en la Alta- Amazonia. Autor de: “El pueblo Jivaro” (Indiens Jivaros, Ed. du Rocher, 1997), “El Hombre-Naturaleza” (L'Homme-Nature, Ed. Sang de la Terre, 2000) y “Los Chamanes” (Les Chamans, Ed. Flammarion, Collection Dominos, 2001 y Ed. Arutam, 2005).
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